Límites claros: antídotos contra la compulsión.

La sociedad insiste en imponer la idea de que los límites no cuentan, o al menos no cuentan tanto, que poco o una vez al año no hace daño, que siempre se puede recapacitar después, que hay tiempo para arrepentirse. Con la mayoría de las drogas ilegales esto no funciona así. Una dosis más de alcohol, de éxtasis, marihuana o cocaína, puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte de una persona. La decisión de poner un límite a algo que hace daño es cuestión de o no. — Fernández Espinosa.1

La sociedad insiste en imponer la idea de que los límites no cuentan, o al menos no cuentan tanto, que poco o una vez al año no hace daño, que siempre se puede recapacitar después, que hay tiempo para arrepentirse. Con la mayoría de las drogas ilegales esto no funciona así. Una dosis más de alcohol, de éxtasis, marihuana o cocaína, puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte de una persona. La decisión de poner un límite a algo que hace daño es cuestión de SÍ o NO.
— Fernández Espinosa.

La forma de comer de cada persona nos dice mucho de su forma de vivir. Se puede decir «hoy un poquito porque mañana ya no», y así seguir el resto de la vida. Así como comer de más o comer mal puede ser relativo, así cualquier otro comportamiento que requiera límites.

Se tolera el abuso, «un poquito», «mañana le digo», «para no ocasionar problemas», se permite la flojera, la desidia o simplemente la vida se va dejando pasar tranquilamente, sin mayor problema. El problema se presenta cuando se rebasan los límites que debieron establecerse, y entonces todo lo que podía haberse resuelto paulatina y sanamente, requiere soluciones drásticas y dolorosas.

Le pregunto a una alumna en el diplomado:

¿Tu esposo sabe cuánto te molesta o te duele que no te ayude con tu hijo de dos años cuando tú, embarazada de cuatro meses, quieres dormir media hora, y él te ignora y se duerme primero?
— No. A ciencia cierta no lo sabe, y es que no quiero causar problemas.

Qué error pensar que el límite que no se pone, por no decirlo, no existe. Cuando alguien no tiene claro el SÍ y el NO, la vida se encarga de irlo aclarando, casi siempre con dolor…

  1. Fernández Espinosa (2003). ↩︎

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