La decisión de abandonarse y perderse.

Como seres humanos individuales, en algunos momentos de nuestra cortísima existencia –considerando la aparición del hombre en la Tierra– nos preocupamos por lo que pasará mañana. En este mismo espacio hemos afirmado la necesidad de elaborar un plan de vida acorde con nuestra realidad para, de alguna manera, sujetarlo a nuestras metas y cumplimentarlo con prevención y proyección. Sin embargo, de improviso, y como de la nada, surge la pregunta ¿puedo, de repente, olvidarme de todo y vivir el día de hoy sin pensar en el mañana? — López García y Pérez Bailón.1

Como seres humanos individuales, en algunos momentos de nuestra cortísima existencia –considerando la aparición del hombre en la Tierra– nos preocupamos por lo que pasará mañana. En este mismo espacio hemos afirmado la necesidad de elaborar un plan de vida acorde con nuestra realidad para, de alguna manera, sujetarlo a nuestras metas y cumplimentarlo con prevención y proyección. Sin embargo, de improviso, y como de la nada, surge la pregunta ¿puedo, de repente, olvidarme de todo y vivir el día de hoy sin pensar en el mañana?
— López García y Pérez Bailón.

No estamos en desacuerdo con la respuesta afirmativa, al contrario, consideramos sano y válido que de vez en vez nos abandonemos a la idea del día de hoy y nos perdamos en la simple cotidianidad de un día más en nuestra vida, sin importarnos si lo que hacemos hoy puede influir en lo que tenemos trazado para nuestros futuros inmediato y mediato.

A veces, la propia naturaleza humana nos tienta para hacerlo de esta manera. Nos presiona, nos impulsa, nos motiva a que, en un momento, olvidemos todo lo racionalmente aprendido y nos dejemos llevar por el deseo, la pasión, el gusto de ese día común e intentemos lo posible por hacer cosas que aparentemente no nos darán fortaleza en la construcción del futuro.

Es un proceso de negociación interna en que, además de decidir abandonarnos y perdernos en ese inmenso placer emocional, nos da la oportunidad de sacar a flote mucho de las privaciones y continuar con la incesante búsqueda de nuestra propia globalidad y desarrollo personal.

  1. López García y Pérez Bailón (2002). ↩︎

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